El reconocimiento atento no solo
puede darse dentro de una sala de cine mirando una película. Esas disyunciones
de un presente que se desdobla constantemente fueron recogidas por el cine, en
sus primeros tiempos, por un conjunto de fenómenos como amnesia, alucinación,
delirio, sueño, pesadilla… También puede darse el reconocimiento atento
mientras esperas que llegue alguien, o al caminar por la calle.
Las capas del pasado parecen
sucederse según un orden cronológico coherente, pero en realidad ellas
coexisten. Así en nuestra percepción del tiempo (Begson) el presente se
desdobla siguiendo el hilo del despliege: cada instante se encuentra dividido
entre un presente que es y un presente que ha sido. El pasado contemporáneo del
presente da la imagen virtual o paramnesia
(recordar una situación que se vive por primera vez). La conciencia, por un
momento se apercibe de que aquel pasado, enroscado en el instante presente,
arrastra cadavéricas secuencias que laten luminosas donde aparecen , por
ejemplo, la posición de la cama de una habitación soñada, el cielo de una tarde
lejana, un dolor de estómago del que solo puedes verte echada sobre la cama (el
dolor no puede recordarse), un asiento de avión vacío, o apretando el lápiz sobre
la hoja de papel… Imágenes que el cine ha recogido en secuencias y reconocemos
fuera de nosotros aunque estas nos conmuevan o produzcan indiferencia o
rechazo. También la poesía deriva en un reconocimiento atento de todas las
realidades que nos atrapan, envuelven, angustian, se sueñan, etcétera.
El "pensar" recoge dichas imágenes
y puede hacer cambiar de circuitos millones de
secuencias movilizando la estructura que la mente ha formado del pasado.
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