Memoria
Digo hervores al
salir desnurida de lecho
soportando a madres
con años en el pelo,
inclino tres lírios
resquebrajándolos
en la tarde entera de
coñac, la tarde
de un lacito
ridículo, broche acaso
inútil, la tarde de
enamorar ansias
prendidas de un
alambre y arrojadas
en mi mareada vulva,
mi mordida tregua.
Y yo soy hincada sin
roces por la tarde,
fumadora, me sale pus
de la boca.
En el delirio ruego a
mi pobrecita ladera
que no me toque, que
no me unja nunca
un beso por la tarde.
C.G.