Llegan al reducto donde el poeta se
explaya acerca de sus debilidades y otros aspectos pusilánimes.
Laten pocos corazones alrededor del evento lleno de mucha gente. Un poeta que
confiesa haber tenido cinco novias antes de encontrar a su mujer ideal es
mirado por una señora de mediana edad a la que le gustan los poemas tristes. El
presentador, un antiguo escritor que dice que ya no cree en los vestidos largos
ni en las ojeras de los maldurmientes, enfatiza los aspectos más sórdidos de su
existencia haciendo un curioso paralelismo con el libro que presenta. El editor
se quita la chaqueta y carraspea. Dice que nunca había publicado poesía tan
excelente y que está realmente impresionado porque el orden de los poemas no
altera la calidad del libro, son tan intercambiables como las cifras de una
suma. El poeta termina leyendo durante una media hora una ristra de versos
donde habla del silencio, de las locomotoras antiguas, del bar donde conoció a
su tercera novia, del nacimiento de su hijo y posterior comunión y del dolor de
la existencia. A la señora que le gustan los poemas muy tristes la distrae la
poeta de moda que acaba de entrar en la sala. Su poesía es un manto de
experiencias que cubren desde lo más terrorífico hasta lo más banal. Sus yoes
son como puntadas de una aguja que cose y cose sin parar sobre los heridos
tejidos del pasado y del presente. Los aplausos forman un estallido que provoca
que la sala de actos de la librería se llene de esporas cosa que fastidia
bastante al auditorio.
martes, 28 de noviembre de 2017
sábado, 18 de noviembre de 2017
Poética (una posible)
Decidí
que la protagonista de mis poemas sería una mujer. Esa mujer recorre también
las calles de esta ciudad y es anónima. Vive las sensaciones que puede albergar
cualquiera, por eso las describe. Es una mujer de la multitud, esa multitud que
le produce muchas veces repugnancia y rechazo cuando simboliza la
deshumanización. Baudelaire escribió en 1851: “Sea cual sea el partido al que
se pertenezca, sean cuales fueren los prejuicios que le hayan alimentado a uno,
no conmoverse ante el espectáculo de esa multitud enfermiza que respira el
polvo de los talleres (…) esa multitud suspirante y lánguida a la que la tierra
debe sus maravillas y que siente correr por sus venas una sangre purpúrea e
impetuosa, lanza una mirada larga y cargada de tristeza al sol y a la sombra de
los grandes parques”.
Y
como dice Walter Benjamin, en aquella población estaba el perfil del héroe,
verdadero sujeto de la modernidad. Desconocidos rostros cuyas vidas nadie
idealiza. La heroína de estos poemas sube al autobús, o llega a su pequeño
apartamento después de un día de trabajo, o mientras pasea, rememora su vida
atrapada por las imágenes de todos los balcones que encuentra en la calle.
(Lectura poética. Mayo 1995)
Ese otro día
Ese otro día
Yo
antes vivía en una vivienda abalconada.
Luego viví en otra vivienda abalconada.
Tuve tres.
Tres viviendas. Los taxis no eran
demasiado caros.
Girarme para mirar otra calle no
resultaba
peculiar. En cada una de las viviendas
tuve un amante y amé como nunca.
Amé tanto que no podía soportar los balcones
a solas, y tuve que recordar balcones,
tuve
que crear con balcones, tuve que
cambiarme
a otra vivienda sin balcones. Y no deseo
amar a nadie, mi deseo se cansa. Mi
deseo
ya no soporta viviendas abalconadas.
Estoy sentada en una silla. Tengo
enfrente
la televisión. La miro. No la observo.
La miro.
Suspicacia
Una vez
concluido el día asegura el rito:
dar la vuelta a
la llave de la cerradura
desabrocharse la
falda, bostezar
dirigirse al
cuarto. Es todo por ahora.
Se ehca en la
cama con la blusa puesta
y palpa el otro
lugar, huele a cuerpo,
a un extraño
amasijo de lejanos aromas
que le inquieta.
Un vecino abre el armario
y ella lo
escucha, cuchichea con su mujer
algo referente a
los hijos.
Pasea los dedos
entre las sábanas,
y cuando se
imagina el presente,
no el pasado,
que también es voluble.
ni el futuro que
se puede falsificar.
Cuando se
imagina el presente
ve varias casas
con ventanas encendidas
en su oscuridad.
Titubear
Después de
sentarse sobre el único asiento libre
del autobús.
Después de sacar el diario,
de guardar en el
bolso el monedero
mira por la
ventanilla. O sería mejor
decir que mira a
través de la ventana,
o acaso, seria
mejor decir que quisiera
que al mirar
algo se revelase: una verdad
un
acontecimiento, una sensación.
Pero agacha la
cabeza. Recuerda la noche anterior,
un sólo asiento
vacío en el cine
en primera fila.
También miraba hacia la pantalla
buscando ago
revelador, una emoción,
un rostro.
Inquieta, comprime el diario
y deja los ojos
cerrados mientras aprieta
con mucha fuerza
los puños.
Incongruencia
Nuevas palabras
para viejos contenidos.
Cómo decirlo: no
me turba
que una calle
sea transversal a otra.
En los pequeños
instantes descubrir
que balancearse
equivale a nada, y
que una
intuición es sólo eso, no proyecta
más que varias
verdades. Pasear
para limitar
este ansia
levemente
transtornada por la falta
de inquietud. De
una acera
a otra. El
contenido del zigzagueo.
jueves, 2 de noviembre de 2017
Hilda Doolittle Poema
`
Así, a nuestro modo, furtivo y sigiloso,
discretamente, estamos
orgullosos de vuestra compañía, los que sois
mejores que nosotros, los que insinuáis
que pronto seremos arrumbados,
andrajos inservible hasta como banderas,
ni siquiera aprovechables como vendas;
pero cuando las rejas silbaban
bajo una lluvia de bombas incendiarias,
otros valores nos fueron revelados;
nos cubrió un ala de extraño tejido
y, a pesar del zumbido y el fragor ahí en lo alto,
más alto se oyó una Voz,
aunque fuera su tono más tenue
que un susurro.
(Traducción Natalia Carbajosa)
Así, a nuestro modo, furtivo y sigiloso,
discretamente, estamos
orgullosos de vuestra compañía, los que sois
mejores que nosotros, los que insinuáis
que pronto seremos arrumbados,
andrajos inservible hasta como banderas,
ni siquiera aprovechables como vendas;
pero cuando las rejas silbaban
bajo una lluvia de bombas incendiarias,
otros valores nos fueron revelados;
nos cubrió un ala de extraño tejido
y, a pesar del zumbido y el fragor ahí en lo alto,
más alto se oyó una Voz,
aunque fuera su tono más tenue
que un susurro.
(Traducción Natalia Carbajosa)
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